Hoy quiero platicar un poco sobre budismo, como práctica personal, no como religión.
Llevo más de 30 años practicando el Dharma (lo que Sidharta Gautama, el Buda, aplicó en sí mismo y enseñó) y en esos años, he tenido la fortuna de convivir de cerca con lamas, monjas y monjes, y he podido ver, de primera mano, los efectos que su atuendo tiene en las personas con las que conviven.
Para algunas personas, el atuendo es algo atractivo, que los puede inspirar a acercarse a la persona y conocerla, o acercarse a una práctica espiritual.
Para otras personas, puede ser un obstáculo, porque le da un aire de inalcanzable, a la persona que lo porta, haciéndola ver cómo alguien superior a los mortales normales, como yo.
Con mucha frecuencia he visto cómo las personas creen ciegamente o casi ciegamente lo que la persona vestida de monje o monja dice, sin preguntarse, si el monje o la monja en cuestión es coherente con lo que dice, o si es buena persona.
Creo que ese es el aspecto que más me “da comezón” de ver a alguien con atuendo de monje budista o de cualquier otra religión.
Por eso, cuando decidí empezar a enseñar Dharma y Meditación, hace más de 15 años, decidí hacerlo sin usar atuendo de monje, muy inspirado por Noah Levine y sus Dharma Punks, de quienes sigo siendo fan.
A mí me gusta establecer una relación cercana y honesta con las personas a quienes enseño, si uso un atuendo de monje, corro el riesgo, el gran riesgo, de que mis alumnas y alumnos me pongan en un pedestal, o no se fijen si pongo en práctica lo que enseño, y se dejen llevar, en ambos casos, por mi atuendo de Jedi.
Hace unos días, tuve una conversación con la encargada de redes sociales y marketing de un lugar donde voy a dar un taller de meditación, y tienen un código de vestimenta para lo maestros, a la hora de hacer las fotos para promocionar el asunto, y claramente, mis playeras de los Misfits no van de acuerdo a ese código.
Pero mi atuendo de Shuru, que yo le digo atuendo de Jedi, por supuesto que funciona para sus reglas de marketing, porque, me guste o no, un maestro de meditación vestido de monje, vende más, que un maestro de meditación en bermudas y tank top negra.
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